miércoles, 18 de febrero de 2009

El pibe barulo - Osvaldo Lamborghini (Fragmento)

"...A la mañana siguiente, Nal se levantó temprano. Quería verla a su madre y darle las gracias. También consolarla en lo posible. Pero su madre no aparecía. Durante un rato, mientras vagaba sin demasiada conciencia de lo que hacía por el jardín de la casa, perdido en un sueño diurno que no es lo opuesto a un sueño nocturno, y que contenía una desdicha irreparable: su madre, cansada de las vejaciones del padre, se había ido para siempre. Nunca más la volverían a ver, porque ahora sí estaba inerme entre las garras del Monstruo, y el Monstruo, lo primero que haría sería impedir cualquier contacto entre la madre y el hijo... Pero luego recordó como un estúpido (¿hasta cuando recordaba, recordaba como un estúpido?) que era domingo, que según las costumbres de la casa él mismo aún tendría que estar acostado. Le dieron ganas de llorar su incoherencia mental, y esas ganas de llorar ya lo pusieron definitivamente triste, porque le recordaron el reproche de su madre al Monstruo, cuando lo acusó de querer convertirlo a él, a Nal, en un "Gordo Lagrimita".
Caminando casi sin saber por dónde lo hacía llegó al fondo de la casa. Allí su padre estaba construyendo, los fines de semana, un quincho "para comernos unos buenos asaditos" comentaba, y un día en que se había enojado con Nal, había agregado:

"buen culo tenés vos para clavarte en el asador". Lo escuchó su madre y ocurrió una escena como la de la noche anterior. La verdad es que más terrible todavía, porque el Monstruo estuvo a punto de cumplir con su amenaza.
Cansado de vagar sin sentido, al fin terminó por sentarse sobre un poste. Pensaba en cualquier cosa cuando vio aparecer a su madre que se dirigía hacia el tendedero de ropa. Le miró la cara, pensando encontrarle señales de golpes y de llanto y como una nube de tristeza. Al contrario: estaba espléndida. Era la imagen de la satisfacción y la alegría. Nal, de todos modos, corrió hacia ella: quería darle un beso especialmente grande esa mañana. Pero no alcanzó ni siquiera a acercarse. En cuanto su madre lo vio, lo paró en seco con un reproche:
—¿Qué hacés aquí? ¿No fuiste a la panadería?
—Es temprano mamita. No hacía nada malo, te lo juro. Estaba sentado en el poste... La panadería debe estar cerrada todavía.
La madre lo miró casi con asco y le gritó:
—¡Para vos cualquier excusa es buena para pasarte las horas clavado en un palo! En serio voy a tener que aguantar a un "Gordo Lagrimita" en esta casa.
—¡Mamá, mamá, mamá! —gritó el chico con desesperación.
Y ella: —Si seguro que también la vas a mamar, vas a ser un puto completo.
La madre, cojida como los dioses durante la noche después de la paliza, ni siquiera notó la desesperación del niño (de "El niño y su relación con la madre") y perdió los estribos como una yegua. Recordó la enorme verga de su marido, que explicaba su conformidad con un destino de casi maestra y el riesgo de la apretada en la cerca. Ella se había levantado temprano para recordar los pijazos de la noche anterior, y resulta, ¡y resulta! que se topa de entrada con el causante de todos sus líos y alejamientos con esa poronga de novela. Quería matarlo, en ese momento, a ese anormal a quien un huevo no le bajaba, y tenía un pito que parecía un maní podrido. Hasta podría cambiársele el sobrenombre: en vez de Culón, Castro Barros. Estaba como loca y le gritó como loca:
—¿Por qué no te vas a jugar con tus amigos? ¡Ya me tenés podrida, siempre pegado a mis polleras, gordo puto! —Era linda la mañanita, penetrada, penetrada por la angustia, con un rasguido: rasguido de piel. Cabizbajo se alejaba el muchachito. Y antes de abandonar la última esperanza miró a su madre perdida: perdida en deliciosos pensamientos —primorosos potecitos de cremas profundas. La mirada de ese tremendo culo a quien no tiene dientes, la expulsó del longanizo. Su aullido todavía resuena: "¡PPTAP!"...."

DESCARGA EL CUENTO DESDE ACA : http://www.mediafire.com/?nmzjnamo53q/

martes, 17 de febrero de 2009

Hazañas del doctor malo

La ruptura del orbe
El hombre de la bolsa y Leche Salada son malos y se llevan a los nenes. Yo sé de esas cosas. Cuando ando con mi triciclo, tengo mucho cuidado de Leche Salada y del hombre de la bolsa. El hombre de la bolsa, tiene una barba larga y gris y un palo con una bolsa en la punta donde mete a todos los nenes. Leche Salada es negro y tiene un bigote del mismo color. Se viste de blanco y camina encorvado. Y el Cuco tiene un bonete muy alto y cuando te persigue pega gritos chillones.
Estaba con mis amigos: Jorge, Gustavo y Carlitos cuando vimos que venía caminando Leche Salada. Y nos dio miedo y Jorge dijo: ¡rajemos! Pero yo tenía tanto miedo que me puse a llorar y a llamar a mi mamá y no me pude mover y vino Leche Salada y me apuntó con su dedo largo y negro y me dijo: ¡Quédate mosca, si no querés que traiga al Cuco! ¡Vení conmigo!
Me llevó a un terreno baldío que hay a la vuelta de mi casa y debajo de unos cafetos se bajó los pantalones y me agarró el hombro tan fuerte que me caí al suelo por el dolor. Y Leche Salada comenzó a hacer pis encima mío y me gritaba: ¡Chúpalo, nene! ¡Tragátelo, puto! ¡Puto de mierda! Y yo me largué a llorar y grité. Pero Leche Salada me pegó una piña y me desmayé.
Cuando me desperté vi a Leche Salada adentro de una celda. Lo había encerrado el doctor Malo que vino a rescatarme. Me dijo: “Leche Salada es mi archienemigo”. Entonces se arrodilló adonde yo estaba y me agarró el pito y me dijo: Ahora te vas a portar bien con el doctor Malo y le vas a chupar bien el pito. Y puso su pito adentro de mi boca y yo me atraganté, porque pensaba que me iba a ahogar y vomité y me dio vergüenza, como cuando me hago pis en el colegio. Y el doctor Malo me pegó un cachetazo y me dio vuelta y me pegó en la nuca y me desmayé y después me desperté y me salía sangre del culo y me dolía y no me pude parar y desde entonces estoy sentado y Leche Salada me saluda cuando está de buen humor.

sábado, 7 de febrero de 2009

Oracion a San Pijalio

San Pijalio que estás en el cielo
Santificada sea tu verga
Venga a nosotras tu leche;
Acabanos a voluntad en la cola como en el pecho
Danos hoy nuestro regalito de cada día;
Perdona nuestras falencias ,
Como también nosotras perdonamos a los hombres precoces;
No nos dejes caer en la menstruacion y libranos de ella.

Amensen